Hay algo en lo que surge por accidente que me atrae de manera insistente: la marca en el mueble, la cicatriz en la cara, la aleatoriedad en el crecimiento de las ramas... Lo inesperado relata para mí la naturaleza de las cosas, lo no diseñado o lo no calculado.
Podemos observar cómo, repitiendo el mismo gesto cada vez, no siempre será exacto, la ineficacia del gesto humano, su sentir, su fuerza o su fragilidad, se juntan con la materia pictórica que también fluye con libertad.
Lo no diseñado, es para mi lo bello, por eso en mis obras he abandonado la geometría, el dibujo, lo calculado, la búsqueda de la técnica, para encontrar –casi por accidente– un lenguaje que nos relate como humanos en nuestra faceta más animal y primigenia, jugando con la materia al tiempo que reflexiono sobre los tiempos que vivimos.